La caza bien gestionada, además de incentivar la conservación de los ecosistemas, también ayuda a conservar especies concretas con poblaciones amenazadas. Uno de los casos más paradigmáticos es el del Marjor (Capra falconeri) de las montañas de Asia Central. Con unas poblaciones aisladas y de escasos individuos, la gestión de su caza por las comunidades locales en Torghar (Pakistán) permitió aumentar los efectivos de la especie de 700 individuos en 1994 a más de 2.500 en 2005. Los ingresos obtenidos por la caza como trofeo de no más de un 2% de los machos (actualmente se pagan más de 100.000 $) han estado siendo repartidos entre las tribus Pastunes locales (80%) y el gobierno pakistaní (20%), lo que ha permitido mantener la vigilancia para que no haya caza furtiva.
El Consejo Internacional para la Conservación de la Caza y la Vida Silvestre (CIC) reconoce a los mejores programas de conservación de la caza con un premio cuya estatuilla es la cabeza un marjor que ha sido creada por Garoz (Los Yébenes, Toledo). Juan José Garoz (izquierda) y Ramón Garoz (derecha):
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