Desde el punto de vista ecológico y evolutivo, la caza representa una parte fundamental de la vida en este planeta. La depredación, como concepto general de la caza, es el nexo que une la vida y la muerte, la capacidad de sobrevivir del depredador y la presa. La cantidad de rasgos adquiridos a través de la evolución de cualquier especie animal para no ser cazada o poder tener más éxito en la caza son casi innumerables o simplemente conforman la propia entidad de la especie.
La depredación conforma la red trófica que mantiene el equilibrio de la comunidad que habita en un ecosistema. Por ejemplo, el lincetiene un papel clave en el control de otros carnívoros*.
Como ejemplo del papel en la evolución de la depredación, pensemos en las adaptaciones de todo tipo de especies presa, desde invertebrados a mamíferos. Nos encontramos con el desarrollo del camuflaje, estructuras protectoras o capacidades de huida más eficientes. Por parte de los depredadores encontraríamos precisamente las armas para contrarrestar estas adaptaciones de la presa mediante sentidos mejor desarrollados, una anatomía especialmente diseñada para matar y unas técnicas de caza más sofisticadas.
Juvenil de águila imperial (Aquila adalberti), muerto por electrocución accidental, naturalizado en una escena de caza sobre un conejo (Oryctolagus cuniculus), su principal presa. (MCR)
Los depredadores evolucionan para cazar mejor pero también lo hacen sus presas.
Desde los orígenes los depredadores y sus presas han evolucionado usando trampas para cazar, también a distancia, modificando su cuerpo, creando armas letales o fabricándolas, camuflándose, defendiéndose en grupo, corriendo más rápido, con corazas defensivas o con la fuerza.
Fuentes:
– Abrams, P. A. (2000) The evolution of predator-prey interactions: theory and evidence. Annual Review of Ecology and Systematics 31:79-105.
– *Jiménez, J. et ál. (2019). Restoring apex predators can reduce mesopredator abundances. Biological Conservation 238:108234.