Iluminación de El Libro de la Caza de Gastón Phoebus (s. XIV)
A lo largo de este periodo, la cinegética se consolidó como una actividad complementaria de las economías campesinas de repoblación, colaborando a la subsistencia del pueblo llano. Su importancia económica se aprecia en el consumo de carne procedente de la caza menor (liebres, conejos, perdices y palomas), así como en el uso de productos secundarios (pieles, plumas, astas y huesos para la realización de enmangues y utensilios), tanto para cubrir las necesidades cotidianas como para desarrollar diferentes actividades artesanales que servían de comercio.
Iluminación del Libro de la caza del rey Modus. 1379. Biblioteca Real de Bruselas. Facsimil, Madrid, Ediciones Turner, 1980. (CML)
Las técnicas empleadas por los tramperos para la caza menor eran sencillas, practicándose la caza en solitario y con escasos medios: mallas y ligas para atrapar pájaros; lazos y losas de piedra sujetas con palitos que eran derribados por los animales pequeños, y hurones para los conejos. Sólo en ocasiones excepcionales se organizaban grupos para realizar batidas y por lo general no disponían de armas, caballos ni perros especializados.
Reproducción de ballesta y puntas de flecha enastadas (Alarcos, Ciudad Real.)(MCR)
Punta de lanza, 1195 (Alarcos, Ciudad Real). (MCR)
1. Flauta manufacturada con hueso de ala de buitre, (Alarcos, Ciudad Real). (MCR) | 2. Disparador de ballesta, 1195 (Alarcos, Ciudad Real). (MCR) | 3. Nueces de ballesta talladas en hueso, 1195 (Alarcos, Ciudad Real). (MCR)
Apareció una cultura aristocrática que hizo de la caza uno más de los privilegios de la nobleza.
En paralelo a esta realidad, en la Edad Media también apareció una cultura aristocrática que hizo de la caza uno más de los privilegios de la nobleza, sirviendo de pasatiempo o como entrenamiento militar para reyes y aristócratas, permitiendo el desarrollo de comportamientos propios de la caballería. Este ambiente es recogido en las representaciones de los códices medievales, al tiempo que las técnicas de caza aparecen descritas en una serie de obras monumentales que ilustran las cualidades de la actividad cinegética en la península ibérica. Son los casos del «Libro de la Montería», atribuido a Alfonso X, o los libros sobre caza del Infante don Juan Manuel y el «Libro de la caça de las aves» del canciller Pedro López de Ayala, ambos del siglo XIV; y las notas sobre caza de Rodrigo Sánchez de Arévalo en el siglo XV, entre otras obras de referencia.
Grabados del Libro de la Montería, atribuido a Alfonso X, (siglo XIV). Estos xilograbados pertenecen a la versión de 1582 y forman parte del total de 18 modelos (a veces se repiten) que ilustran esta edición. Arriba, Montería del oso; abajo, Montería del jabalí. Facsimil (Biblioteca UCLM)
Libro de las utilidades de los animales. Durayhim Al Mawsili. 1354. Biblioteca de El Escorial.Facsimil. (CML)
Página iluminada de Cynegetica. Oppiano de Apamea (Siria). Obra dedicada al emperador Caracalla. Facsimil. (Biblioteca UCLM)
La montería
En sus orígenes, montear significaba cazar a caballo ciervos, jabalíes y osos –la especie más codiciada en la Edad Media–, para darles muerte cuerpo a cuerpo con armas blancas. Para ello, en las monterías el cazador, rey o noble, iba pertrechado de un caballo y acompañado de uno o dos perros rastreadores. Como equipamiento portaba una serie de armas, como lanza o jabalina, espada y cuchillo de monte. Además, estaba asistido por varios monteros que solían portar arcos y ballestas y peones que llevaban a los perros sujetos por las trayellas (collares) hasta que los soltaban para perseguir a las presas.
Escena de caza iluminada perteneciente al Libro de la caza del rey Modus. 1379. Un montero empieza a desollar a un ciervo recién cazado, en presencia de su señor y del resto de caballeros, monteros y peones con rehalas de perros. (CML)
La caza noble del oso
Con la expansión de los pueblos germánicos a principios de la Edad Media se inicia una época de mayor relevancia de la caza del oso, una presa escasa que quedaba restringida a los nobles. Tal y como recoge el Libro de la Montería, atribuido a Alfonso X, esta era la práctica venatoria de cazarlo: mediante perros y batidores que empujaban a la presa hacia los cazadores a pie o a caballo armados con chuzos.
Precisamente la excesiva presión cinegética y los cambios de hábitat fueron acantonando a los osos a los bosques del norte de España, hasta su extinción en los Pirineos, y a unos efectivos muy menguados, en la cordillera Cantábrica. Por suerte, tras su declaración como especie protegida, el oso ha empezado a aumentar su población y a ganar terreno en la cordillera Cantábrica, con un núcleo en el sector occidental formado por 280 ejemplares y otro oriental con 50 ejemplares. En el Pirineo, mediante la reintroducción iniciada en 1996 de osos eslovenos, se ha podido llegar en 2017 a una población de 44 ejemplares.
La cetrería
El uso de animales para cazar no se limita a las especies de mamíferos que han pasado un proceso de domesticación, como el perro o el caballo. También las aves de presa, a través de un proceso de impronta con el cetrero, crean un vínculo que algunos autores consideran como una forma de mutualismo entre dos especies cazadoras. Según los cetreros persas, Tahmooreth, un rey de la dinastía Pishdadid ya volaba halcones hacia el año 6.000 a. C. y los grandes khanes de las estepas mongolas usaban la cetrería para conseguir comida y como deporte hacia el año 1.000 a. C. En ese mismo periodo, la nobleza china ya encontraba en la cetrería una forma de mostrar su estatus social.
En Europa la cetrería tiene orígenes tanto centroeuropeos como árabes y son varias las obras escritas en la Edad Media sobre este arte en el mundo cristiano y musulmán. En España son conocidos «El libro de la caza del príncipe de Villena», Don Juan Manuel, hacia 1325, que se basa el «De arte venandi cum avibus» del emperador Federico II de Hohenstaufen; el «Llibre de cetreria» del vizconde de Rocabertí, escrito en catalán hacia 1390; y el «Libro de la caza de las aves» de Pedro López de Ayala también en el siglo XIV, obra clave en la cetrería hispánica y a partir de la cual Félix Rodríguez de la Fuente basó su obra «El arte de cetrería», publicada en 1964 y que supuso el resurgir de esta forma de caza en España.
Decoración en bargueño. (Rectorado UCLM)
Fuentes:
– Ruiz, F. (2017): Cuidado y explotación de los animales en la España medieval; en Animales y racionales en la Historia de España. Ed. Sílex.
– Serrahima Balius, P. (2008): Una demostración de poder: la caza en las miniaturas medievales. En Apunts: Medicina de l’esport, Vol. 43, nº. 160, pp. 199-204.
– Fundación Oso Pardo (2006), Humanos y osos: una historia paralela y https://fundacionosopardo.org/
– International Association for Falconry and Conservation of Birds of Prey.