Recreación de Homo heidelbergensis o preneandertal tallando herramientas líticas y preparando tasajos de carne. 250.000 a 200.000 años antes del presente. (MCR)
Los primeros cazadores del Paleolítico Inferior
La caza es una práctica propia de especies carnívoras y omnívoras, impulsada por el hambre y el deseo de supervivencia. En este sentido, la actividad cinegética ha acompañado a diferentes especies de homínidos a lo largo de los últimos dos millones de años. Los primeros cazadores, que no contaban con los colmillos y las garras de otros depredadores, tuvieron que suplir estas carencias confeccionando armas y utensilios, tanto en piedra como en materiales perecederos, iniciando con ello una imparable carrera tecnológica.
Desde el punto de vista económico, la caza es una actividad depredadora basada en la explotación y aprovechamiento de los recursos que ofrece la Naturaleza. Por tanto, requiere de un conocimiento del espacio y de las costumbres de las presas, que conlleva saber dónde y cuándo interceptarlas, además de disponer de los medios necesarios para atraparlas. De este modo, a lo largo del Paleolítico Inferior los cazadores fueron desarrollando toda una serie de estrategias, técnicas y herramientas encaminadas a la consecución de mejores resultados.
Asimismo, la caza se convirtió en un estímulo para el desarrollo social de los grupos paleolíticos, despertándose, junto a la fuerza, la astucia y el ingenio, muchas de las capacidades intelectuales humanas, al exigir planificación, comunicación y una perfecta coordinación entre los miembros de la partida.
¿CAZADOR o presa?
Ortega y Gasset definía la caza como el conjunto de habilidades a las que un animal recurre para intentar apoderarse de otro que es vitalmente inferior en la escala zoológica. La evolución de los homínidos ha estado íntimamente ligada a la capacidad para cazar, aunque sin abandonar su condición de presa para otros depredadores “vitalmente superiores”.
Entre las muchas amenazas a la supervivencia con las que se encontraron nuestros ancestros, figuraban depredadores como el “dientes de sable” europeo (Homotherium latidens), o el oso cavernario (Ursus spelaeus). Los “dientes de sable” fueron los depredadores dominantes en prácticamente todos los ecosistemas terrestres, ocupando amplias zonas de Eurasia, África y América, hasta que se extinguieron hace unos 11.000 años (en Europa hace 28.000 años). Es muy probable que los primeros homínidos (géneros Ardipithecus, Australopithecus, etc.) constituyeran una de tantas presas que estos félidos cazaban en los diferentes ecosistemas africanos.
La evolución tecnológica y las técnicas de caza permitió a los homínidos abandonar su papel de presas y ser capaces de defenderse de los depredadores.
Sin embargo, la evolución tecnológica y, con ello, de las técnicas de caza, permitió a los homínidos abandonar su papel de presas, pasando a ser capaces de defenderse de los depredadores e, incluso, de competir con ellos por la obtención de alimento.
El hallazgo de restos de tigre “dientes de sable” en el yacimiento alemán de Schöningen, donde también se han descubierto lanzas de madera pertenecientes a Homo heidelbergensis de hace unos 400.000 años, confirma que ambas especies compitieron por la caza de herbívoros, además de ser una amenaza para estas poblaciones y, posteriormente, para Homo sapiens.
Cráneo de “dientes de sable” (Smilodon sp.).Reproducción.
Tanto neandertales como sapiens convivieron y compitieron con los osos de las cavernas por la utilización de las cuevas como lugar de refugio. Y antes que estos, hace 480.000 años, otro antepasado de los osos cavernarios, Ursus deningeri, ya fue presa de los heidelbergensis, como evidencian los restos del yacimiento inglés de Boxgrove. De época más reciente, en la cueva de Regordou (La Dordoña, Francia) se han encontrado estructuras de piedra excavadas en la pared, que albergaban en su interior varios cráneos de osos de las cavernas, convenientemente alineados. Algunos paleoantropólogos han sugerido que se trataba de una posible muestra de culto de los neandertales a este animal.
Cráneo de oso cavernario (Ursus speleus). Reproducción
La industria lítica asociada a los restos de Homo heidelbergensis pertenece a la conocida como tecnología achelense, que apareció en África hace aproximadamente 1,5 millones de años. Se caracteriza por ser la primera industria lítica en la que aparecen bifaces, para cuya simétrica elaboración hace falta un trabajo premeditado de la piedra. Este conocimiento fue traído por los heidelbergensis a Europa, apareciendo infinidad de herramientas en un buen número de asentamientos de la península ibérica.
A la izquierda, hacha bifacial de cuarcita, 350.000 a 300.000 años. A la derecha, punta musteriense, cerca de 60.000 años. El Sotillo (Malagón, Ciudad Real). (MCR)
En los yacimientos de El Sotillo o Albalá (ambos en la provincia de Ciudad Real), entre otros lugares, se cuentan por decenas de miles los utensilios achelenses datados entre los 350.000 y los 200.000 años de antigüedad.
El dominio del fuego fue fundamental para el cocinado y la conservación de la carne y otros alimentos.
Al mismo tiempo, la evidencia más antigua del uso continuado de hogueras data de hace unos 400.000 años, asociadas a herramientas achelenses y huesos quemados. El dominio del fuego, además de servir para calentarse y alumbrar en la oscuridad, fue fundamental para el cocinado y la conservación de la carne y otros alimentos.
Los neandertales y la caza PALEOLÍTICO MEDIO
Este período abarca aproximadamente desde hace 130.000 años hasta hace 35.000. Se caracteriza por el desarrollo de la cultura Musteriense y, con ella, de la técnica Levallois, consistente en la obtención de lascas de piedra a partir de una preparación particular de los núcleos. La cultura Musteriense es producto de los neandertales, quienes se expandieron por Europa y áreas vecinas durante este periodo, no encontrándose con los humanos modernos en la península ibérica hasta hace unos 40.000 años.
Núcleo de cuarcita. El Sotillo III. Malagón, Ciudad Real. (MCR)
La actividad cinegética fue la estrategia de subsistencia más practicada por los neandertales
La actividad cinegética fue la estrategia de subsistencia más practicada por los neandertales, frente a otras como el carroñeo o la recolección, como evidencian los estudios de los utensilios empleados para la caza y los resultados aportados por la arqueozoología o los análisis de su paleodieta. En este sentido, investigaciones recientes evidencian que los neandertales fueron cazadores especializados, capaces de fabricar y emplear lanzas arrojadizas de madera o de confeccionar puntas de flecha de sílex con esta finalidad. Sin embargo, el corto alcance de las armas empleadas por los neandertales sugiere la utilización de estrategias de caza comunal basadas en el acecho, el acorralamiento, las emboscadas y el ataque en grupo, con la finalidad de abatir a sus presas en paisajes cerrados y boscosos. Estas tácticas propiciaron el desarrollo de un comportamiento cooperativo y la comunicación entre los diferentes cazadores.
Cráneo de Neandertal. Nature, 2016. LEEMAGE Getty Image.
El estudio de los restos de fauna de numerosos yacimientos peninsulares evidencia diferentes pautas a la hora de adquirir alimentos, siendo capaces de seleccionar sus presas. De este modo, las diferentes comunidades de neandertales realizaron una caza más o menos diversificada, basada en unas pocas especies de animales ungulados de talla mediana: gamos, corzos y, sobre todo, ciervos, así como grandes herbívoros como el uro y el bisonte.
PALEOLÍTICO SUPERIOR. La caza especializada.
En el Paleolítico Superior la caza se consolidó como una actividad estable y la carne de los animales como un pilar invariable en la dieta de las comunidades humanas. Gracias a la aparición de un novedoso armamento los humanos modernos (Homo sapiens sapiens), cuya presencia está atestiguada en la península ibérica al menos desde hace 40.000 años, pudieron elegir las presas de acuerdo con sus preferencias.
Placa de Villalta. Grabada sobre pizarra (Museo Numantino de Soria)
Los investigadores diferencian dos modelos de caza para el Paleolítico Superior: la oportunista y la especializada.
La caza oportunista, practicada durante los primeros veinte mil años del Paleolítico Superior, supondría que pequeñas comunidades de cazadores-recolectores se moverían por amplios territorios buscando alimento y capturando un variado elenco de animales (ciervo, corzo, jabalí, caballo, íbice y grandes bóvidos), apreciándose una estrategia basada en encuentros fortuitos y aleatorios con las presas, sin planificación logística.
Representación de ciervo alanceolado, Peña Candamo (Asturias)
Por el contrario, durante los periodos Solutrense y Magdaleniense parece que los grupos cazadores adoptaron una estrategia cinegética diferente, concentrando la caza en una sola especie, que varió según regiones: el ciervo en el área mediterránea, la cabra montés en las zonas de alta montaña, el mamut en las estepas de Europa oriental y el reno en Francia y el oeste de Alemania. Supuso el desarrollo de tácticas de caza masiva de los rebaños, planificando las batidas, al tiempo que propició una reducción de la movilidad residencial y el aumento de una movilidad logística estacional de cazadores hasta los lugares que servían como cazaderos.
Fuentes:
– Santonja Gómez, M. y Morín de Pablos, J. (2005): Los primeros pobladores de Castilla-La Mancha. JCCM.
– Delibes, G. (2017): La caza en la prehistoria. En Animales y racionales en la historia de España. Ed. Sílex.
– Romero, A. J. (2017): Comiendo con neandertales. Una aproximación zooarqueológica a las estrategias de subsistencia en las comundidades neandertales ibéricas.
– De Felixlavilla – Trabajo propio, CC BY-SA 4.0,
https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=67361874
– Delibes, G. (2017). La caza en la prehistoria. En Animales y racionales en la historia de España.
– Quesada, J.M. (2017): “La caza en el Paleolítico Superior: nociones claves de la Antropología económica aplicada a la península Ibérica”. En Arbor, vol. 193, nº 786.